Raíces del Yoga
- Laura Garcia / Awakening Yoga

- 20 jun
- 4 Min. de lectura
Un relato para despertar la memoria
La historia del yoga comienza en silencio, bajo el polvo dorado de la cuenca del Indo. Entre los vestigios de Mohenjo-daro aparece un pequeño sello de esteatita: una figura sentada con la espalda erguida, los talones juntos y el torso sereno. Nadie conoce su nombre, pero su gesto revela una certeza antigua: el cuerpo puede volverse templo y puerta al interior.
Pasarán siglos y los poetas del Rig Veda elevarán himnos a la aurora, al trueno y al fuego. Usarán la raíz yuj —unir— para describir el anhelo que los impulsa: enlazar la respiración humana con el pulso cósmico. El ritual aún es externo, iluminado por antorchas, pero la intención ya apunta hacia el corazón.
En los bosques surgirán las Upanishad. Allí, el fuego se traslada al pecho; el mantra «Om» vibra como eco del origen, y los sabios declaran que la misma luz que enciende las estrellas arde dentro del ser. El sacrificio se vuelve interior: inhalar y exhalar conscientes es la nueva ofrenda.
El Bhagavad Gita desplazará la escena al campo de Kurukshetra, recordándonos que el yoga no se limita a la cueva; se prueba en la conversación difícil, en la decisión que reta al ego. Krishna enseñará que servicio, devoción y sabiduría son sendas equivalentes cuando la intención es pura.
Llegará entonces Patañjali y, en apenas 195 aforismos, ordenará siglos de práctica: ética, hábitos, postura, respiración, interiorización, concentración, meditación y absorción. Definirá el yoga como “aquietar los giros de la mente” y dejará un mapa que aún guía cada inhalación disciplinada y cada exhalación desapegada.
En la Edad Media, los tratados de Hatha Yoga describirán pranayamas, bandhas y mudras para despertar la energía latente. El cuerpo dejará de ser obstáculo y se convertirá en aliado: un laboratorio donde la respiración refina la percepción.
En 1893, en el Parlamento Mundial de las Religiones de Chicago, Swami Vivekananda abre su discurso con «Sisters and Brothers of America». El auditorio estalla en aplausos: el yoga cruza océanos y comienza su diálogo con Occidente.
Ya en el siglo XX, Krishnamacharya y su linaje adaptarán la enseñanza al ritmo contemporáneo. El yoga aprenderá nuevas lenguas y viajará por mar y por aire. De esa tradición nace nuestra práctica de Awakening Yoga, que honra la raíz y permite que cada practicante explore con creatividad la amplitud de su experiencia humana.
Hoy despliegas tu mat. Al inhalar, te anclas en la misma búsqueda que alumbró aquel sello de esteatita; al exhalar, proyectas el legado hacia el futuro. Tu respiración es el hilo invisible que enlaza miles de años de pregunta y descubrimiento.
Cronología esencial
• ≈ 2500 a.C. — Sello de Pasupati en la civilización del Indo: primera huella material de la postura meditativa.
• 1500-800 a.C. — Composición de los Vedas: aparece la raíz yuj (unir).
• 800-300 a.C. — Upanishad: giro hacia el fuego interior; se consagra el mantra «Om».
• ≈ 300 a.C. — Bhagavad Gita: síntesis de karma-, bhakti- y jñana-yoga.
• 200 a.C. – 300 d.C. — Yoga Sutras de Patañjali: definición de yoga y ocho pasos.
• Siglo XI d.C. — Hatha Yoga Pradipika y textos afines: pranayama, bandha, mudra, chakras.
• 1893 — Swami Vivekananda presenta el yoga en Occidente (Parlamento de Religiones, Chicago).
• 1930-1973 — T. Krishnamacharya enseña en Mysore; nacen Ashtanga, Iyengar y Viniyoga.
• Finales del siglo XX – XXI — Difusión global; surge Awakening Yoga, que entrelaza tradición y movilidad contemporánea.
Conexiones con Awakening Yoga
• Respiración como raíz viva: del canto védico al count-breath que marca tu flow.
• Servicio sin apego: limpiar un bloque o acomodar un mat es karma-yoga en acción.
• Autoestudio constante: el Cuaderno Awakening actualiza el espíritu de las Upanishad.
• Estructura + alas: los ocho pasos de Patañjali sostienen la exploración creativa del método.
Mini-tareas para esta semana
Día 1 – Al cerrar tu práctica susurra «Om» tres veces. Escucha el eco interno.
Día 2 – Ofrece una acción cotidiana (lavar platos, contestar correos) sin esperar reconocimiento.
Día 3 – Anota un apego mental y exhala imaginando que lo sueltas.
Día 4 – Durante spinal waves percibe en tu cuerpo rajas (inicio), tamas (soltar) y sattva (equilibrio).
Día 5 – Lee en voz alta Yoga Sutra I·2; siéntate un minuto observando la mente sin intervenir.
Preguntas para tu Cuaderno Awakening
• ¿Con qué episodio histórico resoné y por qué?
• ¿Qué camino —servicio, devoción, sabiduría, disciplina— predomina hoy en mi práctica?
• ¿Qué enseñanza antigua reconocí en mi clase esta semana?
• ¿Cómo puedo honrar la tradición sin perder mi creatividad?
Reflexión integradora
Las raíces del yoga no son reliquias de museo; son un rizoma que nutre cada exhalación consciente. Reconocer la línea que une el Indo antiguo con tu práctica de hoy te recuerda que el yoga es diálogo ininterrumpido entre pasado, presente y posibilidad. Respira con respeto, actúa con alegría, estudia con curiosidad y ofrenda cada movimiento con amor: así mantienes viva la raíz y permites que el árbol continúe creciendo a través de ti.
Laura García
Awakening Yoga 🌿🪽





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